lunes, 7 de diciembre de 2009

Salvo las dictaduras, no hay gobierno más carente de justicia que el del fútbol

Y si me apuran, es peor que una dictadura, porque una dictadura es un gobierno ilegítimo, en cambio la FIFA y todas sus afiliadas obligadas a cumplir sus normas, se supone que son órganos legales de gobierno. Francia se clasifica al mundial con un gol hecho con la mano, el que lo hace lo reconoce, el árbitro lo reconoce, la TV y las fotos muestran la invalidez del gol desde todos los ángulos posibles y sin embargo, Francia va a jugar el mundial e Irlanda no. ¿Puede seguir la FIFA amparándose en reglas anacrónicas basadas en la falibilidad del árbitro como parte del azar del juego? Está bien, convengamos que el fútbol es un juego, un entretenimiento (¿es sólo un juego, un entretenimiento?, tal vez porque hoy día ha dejado de serlo es que escribo esto), pero de todas formas, fundado en una anti ley (LEY: del latin “lex” gen. “legis”, compárese con el it. “legge”, fr. “loi” y deriva del verbo lat. “ligare” – “ligar, unir, obligar”, sentido figurativo de “unir una persona a un deber o responsabilidad”) suceden episodios que equivalen por ejemplo, a que un tipo vaya a la puerta del banco, espere la salida de un jubilado, delante de un policía le robe su sueldo, vuelva a su casa lo más campante y a la noche, mientras el jubilado llora su impotencia, el ladrón (que según la ley FIFA no sería un ladrón), se gasta la plata robada (que según la ley FIFA sería plata ganada) en champagne y putas. En nuestro fútbol vernáculo un árbitro (el juez, el encargado de impartir justicia, de administrar la ley) se porta —amparado en su investidura— como un patoterito de barrio y provoca hasta sacar de sus casillas a medio cuadro de Colón, causando que en ese estado no solamente Colón pierda el partido, sino que consuma su desaguisado expulsando a cinco jugadores. A la fecha siguiente Colón presenta un equipo remendado y golpeado de injusticia. Naturalmente pierde. El árbitro en cambio, pese a que desde todas las voces fue signado como culpable de la situación, es “premiado” por la AFA designándolo para dirigir un partido y cobra su dinero. Acá la circunstancia es aún más grave que lo de Francia-Irlanda, ya que lo del árbitro no fue un error sino una agresión consciente y decidida. No hay esperanza para que la cosa no siga así. Porque los únicos en condiciones de cambiarlo son los protagonistas de lo que quede de este ya lamentable espectáculo. Y los protagonistas eventualmente favorecidos, se guardan muy bien de tomar partido o intentar movilizar acciones en defensa del perjudicado, sin que se le cruce por la cabeza que a la semana siguiente nomás les puede tocar a ellos. Como bien lo comprobó Peratta, el arquero de NOB ayer contra Arsenal, tan contento estaba él la semana pasada gracias a lo que el árbitro ayudó para que NOB le ganara a Colón.