jueves, 16 de julio de 2009

Tiempo de derrota

Uno ve cómo pese a que esta vez su cuadrito dio la batalla debida, se esfuma el sueño de Colón campeón por primera vez, sin ni siquiera el consuelo de que el campeón, ya que no podía ser Colón, fuera por lo menos un tiro para el lado de la justicia.
Uno ve cómo los que menos han recibido siempre, prefieren a los que prefieren que la riqueza se reparta mal.
Uno ve desaparecer amistades, algunas literalmente, otras deshilachadas de miserias.
Uno ve que su libro no aparece cuando finalmente Eloísa Cartonera actualiza el catálogo en su web, y ve que hasta Cucurto se ha vuelto utilitario.
Uno ve que no tiene más remedio que mudarse de los Panópticos al desierto, después de años de creer que los grupos son más que los individuos (utopía sesentista le dijeron una vez a uno).
Uno ve que un día se despierta sin el regalo con el que peleó las convenciones, los prejuicios y lo que digan los demás, ve que el regalo sólo estuvo en su cabeza y ve que algunas convenciones no son tan equivocadas, que algunos prejuicios son en realidad juicios justos y que a veces los demás tienen razón.
Viendo todo eso uno ve que ahora es tiempo de derrota. Pero uno va a ir por la revancha ni bien pueda, por algún lado uno va a encontrar Gimnasias de Jujuyes y San Martines de Tucumanes que quieran ser victoriosos, postergados que quieran tomar conciencia, hilos que quieran ser sogas y regalos que quieran ser verdaderos, en fin, por algún lado a uno se le aparecerán escorpiones de naturaleza fallada que no quieran ahogarse con las ranas y Davides que quieran partirle la cabeza de un hondazo a Goliathes.
Uno piensa que siempre habrá candidatos para estas huevadas. Y mientras tanto uno escribe, total es gratis.

Regreso

Han vuelto desde lejanos eneros sepultados, e insepultos, corren, navegan o vuelan abigarrados, furiosos, vengativos, claman desquite de mi risa, de mi paz, de mi victoria en la batalla que creí guerra, retornan vigorizados durante la paciente espera del resquicio traidor que los alzara de sus sepulcros falsos, más seguros y ciertos que antes, cuando parecieron vencidos, más astutos, más arteros, me han sorprendido, indefenso en mis certezas de olvido, no los vi, no los oí llegar, confié en mis soldados, en mi fortaleza, pero estaba solo, solo y desprevenido, caminando tranquilo, feliz, ingenuo, por el borde áureo del abismo, que ahora es nada más que borde de abismo bajo mis pies descalzos y heridos, bajo mi pecho sin coraza ni coraje, expuesto a las espadas ya desenvainadas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Igual lo que salva es la literatura. No importa desde qué lugar la definas, desde qué ámbitos, qué autores, etc, etc, etc...La literatura, lo que te gusta leer, lo que te lleva "el alma" hasta un lugar de encuentro y de regocijo, que se vino formando en uno toda la vida. Es invierno. Un buen fueguito, un buen libro, recordar el buen libro, mientras uno anda o espera,o...Es lo que salva