viernes, 13 de enero de 2012
Historia Argentina, de Rodrigo Fresán
Hablo de la edición que leí, la de Tusquets de 1998, sabiendo que desde la primera edición de 1991 (Fresán con 27 años), hay anteriores y posteriores con cambios de contenido que quizás sean más que matices, como la de Anagrama de 2009, que no solamente es corregida sino aumentada. O sea, hay varias Historias Argentinas (jé).
Tengo contradicciones con Fresán, y para colmo me sumo complicaciones por haberlo accedido desde lo más nuevo a lo más viejo, e incluso a lo más viejo se lo leí al revés, porque le entré primero a “Vida de santos” (http://nomepuedoresignar.blogspot.com/2011/09/vida-de-santos-de-rodrigo-fresan.html) que a éste. ¿De qué contradicciones hablo?, que hay cuentos que me resultaron soberbios y otros a los que no tuve modo de encontrarle objeto o razón. Pero en esos casos, a favor de Fresán y quizás en mi desmedro, bien puede suceder que me haya faltado pescar algún no dicho básico, digamos un guiño sobreentendido o cosa por el estilo, no sé, “La Roca Argentina (12 Grandes Éxitos)” me despertó esa confusa sospecha.
Así que voy a quedarme con la positiva de todos los cuentos que me gustaron especialmente (“Padres de la patria”, “El aprendiz de brujo”, “El asalto a las instituciones”, “El protagonista de la novela que todavía no empecé a escribir”, “La vocación literaria”, entre otros), animado además porque en la contratapa de la edición que yo leí, Osvaldo Soriano (al que yo le creo todo) dice: «Historia argentina es un libro sorprendente. Rodrigo Fresán entra en la literatura con quince cuentos que revuelven las tripas y entibian el corazón. Son -entre tantas otras cosas- fragmentos de estos años narrados desde los contornos del vodevil hacia la intimidad más dolida de las efemérides nacionales. Estas páginas llevan el desparpajo, la audacia y el garbo de un gran narrador. Fresán cuenta la mala vida de los argentinos desde una generación cansada de lamentos, de nostalgias y de promesas. Naturalmente, eso le vale muchísimas puteadas. Yo me saco el sombrero.»
Muy similar a lo que Fresán hace en “Vida de santos”, si bien son cuentos que funcionan como trabajos independientes, mucho mejor funcionan como parte de un todo cuasi novela, con personajes como Alejo (notable el encuentro con el gurka en Malvinas), su hermano (lo mejor de todo cuando es pinche de cocina en un restaurante de lujo en Londres, justo cuando Galtieri invade las islas), Nina (muy bien construida la adolescente hija de desaparecidos en “El asalto a las instituciones”, y pocos cuentos más adelante, como en contrapunto, una adultísima rebelde), la enigmática Mariana, en fin, aparecen en varios de los digamos entonces cuentos-capítulos, y claramente referenciadas las relaciones entre una y otra aparición. Pero lo mejor de “Historia Argentina” estriba en que a esos y los demás personajes, comunes y ordinarios, Fresán les hace cobrar relevancia cuando los pone atravesando esos episodios particulares de la historia argentina, tan bien elegidos por su cercanía e intensidad, episodios así como los dice Soriano en la contratapa del libro.
A veces con ironía, a veces con magnificencia, a veces con patetismo doloroso, a veces con desparpajo, con sus más y sus menos entre cuento y cuento, Fresán provoca y consigue desatar, y estoy seguro que tanto a lectores de su generación como a posteriores y anteriores, una saludable emotividad, ojo, digo saludable obviamente no porque sea necesariamente agradable, sino porque se emparenta con la verdadera historia argentina.
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