lunes, 8 de septiembre de 2008

Películas viejas y una torta de sartén

En el fin de semana vi “Sérpico” (Sydney Lumet, 1973) y “Terciopelo azul” (David Linch, 1986), dos películas viejas de dos directores que después siguieron haciendo muy buen cine. Hace poco se estrenó del primero “Antes de que el diablo sepa que estás muerto”, otra joya donde trabaja Phillip Seymour Hoffmann, el gordito de Capote. Si bien después hizo más películas, de David Linch recuerdo especialmente una de 1999, “Una historia verdadera”, la del viejito que sale a la ruta con una cortadora de césped.
Vale la pena ver estas películas, no es solamente la nostalgia o la curiosidad por enterarse de qué hacían directores así cuando eran más jóvenes o menos experimentados, los años nos cambian y nos transforman en espectadores diferentes, capaces de descubrir cosas nuevas o mirar con otros puntos de vista, no es verlas de nuevo, es verlas como si nunca las hubiéramos visto.
Lo mejor de “Sérpico” es un Al Pacino pendejo que ya mostraba sus uñas de actorazo y, sobre todo, la excelente recreación que consigue Lumet del episodio real de un cana estadounidense en 1971 pasando las de Caín por denunciar la corrupción policial; una de las escenas del final, donde al protagonista le pegan un tiro en la cara mientras sus “compañeros” en el operativo se quedan mirando a la espera de que se lo peguen, es de una tensión notable, en las caras de los tipos puede verse la mano de la dirección.
“Terciopelo azul” tal vez haya estado un escalón arriba en mi disfrute, además de la presencia magnética de Isabelle Rosellini, es una maravilla de creación de climas, de imágenes, personajes y momentos que permanecen suspendidos incluso cuando hace rato que la película terminó, muy bizarro y capaz de competir con el mejor Tarantino, en fin, al otro día de verla me desperté tarareando “Blue velvet”.
El fin de semana fue desapacible, bien propicio para mirar en la casa esta clase de pelis. Y también para cocina de días nublados. Me hice una torta invertida de sartén, fenómena para ansiosos como yo que rápidamente queremos tener lista la receta y comer enseguida, ésta demora no más de 15 a 20 minutos en total. Para una torta chica hay que pomar en un bowl 100 grs de manteca con 100 grs de azúcar, agregarle 1 huevo, 100 cm3 de leche y un chorrito de extracto de vainilla, mezclar, incorporar 100 grs de harina leudante tamizada e integrar hasta que el conjunto quede liso, con batidora eléctrica se consigue más rápido. Dejar reposar mientras se pone en una sartén que pueda ir a horno (para estas proporciones una sartén chica), bastante manteca, azúcar y rodajas de manzana; cuando se derrita la manteca y las manzanas empiecen a caramelizarse, sacar la sartén del fuego, cubrir con la mezcla del bowl y llevar a horno (que debió haberse encendido cuando se arrancó así está bien caliente). Para estas cantidades puede hacerse en máximo sin riesgo de que se arrebate porque va a quedar chatita, en 10, 15 minutos máximo va a estar cocida y es riquísima tibia, espolvoreada con canela y con una cucharada de crema chantilly o helado de crema americana.
Buen provecho.

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