martes, 6 de diciembre de 2011

Cómo desaparecer completamente, de Mariana Enriquez


Novelaza. Que ya esté saldada me da mucha contradicción, por un lado me parece una tremenda injusticia para una obra tan buena, pero por el otro permite que por unos pocos pesos se la encuentren y puedan disfrutarla muchos de los que hurgamos en las mesas de saldo.
Aunque el texto tiene partes con diálogos, bien dosificados y bien logrados, a la historia la cuenta prevalentemente un relator en tercera persona, al que Enriquez le da una voz precisa, ajustada y prácticamente confundida con la que uno imagina la propia voz de Matías, el protagonista excluyente de la novela, un adolescente viviendo en una verdadera casa de locos, y no me extiendo en por qué es una casa de locos, para que cada lector, como a muchos personajes y episodios, lo vaya descubriendo en la secuencia y con la progresión que eligió la autora, una elección clave para que el texto funcione tan bien como funciona.
La trama de “Cómo desaparecer completamente” responde a una construcción exquisita que invita a leerla sin ganas de parar, es muy imaginativa, densa de la densidad buena, con muchas capas que van revelándose a medida que avanza la novela, y algo muy interesante, los hechos que van acaeciendo en el presente se intensifican conforme se van produciendo las revelaciones de hechos del pasado, hasta llegar a un final muy abierto, con varias resoluciones posibles para que uno lector reponga, desde la más triste y sangrienta hasta la más rosa y emotiva.
Pero lo principal a destacar, y creo que por eso, de todo lo que leí este año, esta novela está entre lo que me más me impactó, es cómo esta chica Enriquez me desató, sin necesidad de apelar a golpes bajos ni escenas truculentas, una lástima tremenda por el nenito Matías, y una emotividad enorme por el adolescente Matías, tan agobiado, tan encerrado, tan desesperado.

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