...de Buenos Aires (los que quedan, porque no sé si se han dado cuenta de que los están sacando) son un modelo de objetos que se han convertido en una cosa muy diferente con respecto al propósito para el que fueron originalmente concebidos. En efecto, pensados y diseñados para realizar llamadas telefónicas (de allí que se llamen teléfonos) por cualquier persona (de allí que se llamen públicos), han mudado a “porta volantes de avisos de prostitutas”, lo cual no tendría nada de malo en tanto y en cuanto configurara esto una función adicional al estipendio de mujeres que trabajan y así se ganan honradamente la vida, pero, y acá viene la cuestión, muy lindos los teléfonos públicos adornados de volantes como si fueran arbolitos de Navidad, la macana es que son sólo eso y nada más que eso, porque para encontrar un teléfono público que, primero tenga tono, después no se trague las monedas, luego permita discar, posteriormente llame, a continuación no se corte cuando del otro lado atienden, o sea que, al cabo, te deje hablar por teléfono, hay que tener más suerte que pegar un Loto multipaloverde, de manera que, finalmente, lo que en principio pareciera la optimización de su función original merced al valor agregado de disponer de un variado menú de exuberantes, golosas, calientes, mimosas, etc., etc., en el mismo sitio que el artefacto para contratarlas, es nada más que un artefacto inútil jodiendo el paso en la vereda, demasiado grande y estrafalario para ser solamente un portavolante, función para la que alcanzarían (y sobrarían), atención Telefónica y Telecom si es que quieren seguir apoyando la laboriosa tarea de numerosas trabajadoras argentinas, adminículos más pequeños y estéticos que en este momento no se me ocurren cómo podrían ser, así que queda abierto un buzón de sugerencias.
Fotografía: María Celina Bertero
Fotografía: María Celina Bertero
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