lunes, 3 de enero de 2011
Damas chinas, de Mario Bellatín
Una nouvelle donde sobresale, como en otras que le leí a Bellatín ("Salón de belleza" por ejemplo, faaaa!), la fluidez de vaselina con la que el tipo escribe, es envidiable cómo construye relatores que hacen escurrir el texto sin tropezones, aún en las partes más intrincadas para contar, resolver, hacer creíbles.
Más allá de esa habilidad, que a mí me parece lo más notable y por eso lo menciono primero, en “Damas chinas” hay una variedad de personajes que intrigan, inquietan, que llegan a tener comportamientos extremos con absoluta naturalidad, y el contraste entre los hechos y esa naturalidad es justamente lo que los hace impactantes, a todos o casi todos, aunque desde luego, destacan los ligados al ginecólogo, al niño y a la vieja coronada.
No tiene juicios y las revelaciones son mínimas, son los detalles, los pensamientos, las reacciones, los que terminan edificando tensión y curiosidad por saber adónde va todo a terminar, y aunque finalmente “Damas chinas” termina no terminando y uno queda haciéndose preguntas, también se queda sintiendo que la nouvelle es redonda, que no le falta ni le sobra nada.
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