sábado, 12 de febrero de 2011
El libro de los afectos raros (Carlos Gamerro)
Muy agradecido a la recomendación de Diego Dudo de Todo, a este tipo hoy hay que leerlo, y como a mí me gusta hacer, le entré por los cuentos de este libro. No me gustaron del todo todos, pero tiene un estilo nuevo, original, y lo mejor, la esencia de cada historia yace por abajo del texto. Salvo “Fulgores nocturnos” —el cuento que más me gustó de todos— que engancha desde la primera línea, me pasó que arrancaran como “rateando”, pero al ratito nomás entran a regular y ya no se puede parar de leer, sí o sí y aunque la mayoría son largos, tienen que leerse de una sentada para no perderles el ritmo con el que están escritos.
Lo digo ahora porque prefiero terminar con lo bueno, y porque no invalida para nada lo positivo de mi balance, que los que menos me gustaron fueron “Las hamburguesas del mal” (pueden buscarlo en un Verano 12 de no hace mucho) y “Marina en sol y azul cobalto”, y en éste último es una pena que me pase porque Gamerro dice en el epílogo que le tiene especial afecto, y ojo, me atemoriza que alguien piense que obedece a que se me mete con la ¿truculencia? de la relación de un tipo con una nena de 9 años, no es eso, al contrario, es difícil ponerle la verosimilitud que le pone a la naturalidad con la que los personajes lo viven, y quizás sea el más prolijo y consistente de todos, nomás me pasó que camina siempre por un borde de insistencia que a veces suma, pero a veces se transforma en un regodeo que molesta. En ese mismo borde, me parece, está “Norma y Ester”, pero en el “durante” no se manifiesta tanto, y en el después acaba siendo un cuento redondo, redondo.
En todos los cuentos, Gamerro consigue los climas justos, perfectos, y sobre todo en “Fulgores nocturnos”, “Tarde perfecta con una loca” y “El cuarto levantamiento”, crea un estado de incertidumbre que mueve a devorarse las páginas, no solamente por llegar al desenlace, más, y acá está lo mejor, por las dudas crecientes acerca de si lo que el relator declara, de si lo que parece, es eso en realidad y no otra cosa, e inclusive, como en “Tarde perfecta…”, si no es justamente al revés. Y si de locura se trata, “Ella era frágil” es un concierto, hacía rato que no leía personajes llevados a extremos, sostenidos con tanta solidez.
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